jueves, 7 de enero de 2016

LA ASTRONOMÍA DE ANDRÉS BELLO




LA ASTRONOMÍA
                  de

ANDRÉS BELLO





Por: Marcos T Hostos.




Uno de los aspectos que le debemos agradecer a la tecnología actual, es que ha facilitado a través de los medios de comunicación la difusión de información masivamente. Este hecho ha favorecido a los divulgadores científicos en su labor de hacer a la ciencia accesible y popular. Los divulgadores científicos no solo se interesan en los descubrimientos del momento sino que igualmente en las diferentes teorías existentes o en el aspecto histórico que fundamenta el conocimiento científico.
 A mediados del siglo XX el Universo y la ciencia que lo estudia, la astronomía; lograron cautivar a un gran número de personas; esta fascinación se dio gracias a una serie de televisión llamada Cosmos. En ella en cada capítulo se narraba en forma amena y entendible las maravillas sorprendentes de nuestro Universo. Lo que para muchos nos llevó a quedar atrapados en esa infinita realidad que simboliza el Universo en toda su expansión. Estos viajes cósmicos fueron relatados por el inolvidable científico y divulgador Carl Sagan.
 Esta serie cada semana nos hacia viajar en una nave virtual a partir del mundo de las partículas que estructura la materia que permite las múltiples formas de la naturaleza. Cosmos nos hizo descifrable las leyes de Kepler, vislumbrar la compleja Relatividad que nos sacudió el piso de la realidad de nuestro mundo cotidiano, comprendimos lo mutable que es el espacio – tiempo, nos cubrió con un manto de humildad al mostrarnos los gigantes cuerpos celestes que integran el Cosmos. Actualmente la serie Cosmos fue mejorada en su formato y lanzada nuevamente por el popular astrónomo Neil deGrasse Tyson.
En la actualidad tenemos una gran cantidad de buenos divulgadores científicos que han logrando que se popularice la ciencia entre el ciudadano común, al despojarla del hermetismo excluyente que la envolvió por siglos.
Pero en el lejano siglo XIX en la América colonial del sur, vivió un hombre dedicado al conocimiento universal, con su mente puesta en los avances culturales y científicos de su tiempo, atrapado en un mundo que luchaba por  romper cadenas coloniales arraigadas desde hacía siglos por un imperio; que les impedían avanzar y progresar como sociedades libres.
Este hombre se llamó Andrés Bello, nacido en la Caracas colonial un 29 de noviembre de 1781, precisamente el año en que William Herschel, un astrónomo alemán da a conocer al mundo su descubrimiento. Un nuevo planeta al que llamó Urano, ampliando las fronteras de nuestro vecindario solar.
1781 fue un año convulsionado por conflictos en varios lugares de nuestro planeta. En el continente americano la guerra de independencia de los Estados Unidos se libraba sin cuartel por las trece colonias en contra del imperio británico; en este mismo año, ideas de libertad se propagaban acicateadas por la opresión y la injusticia en una América dominada por el imperio español.  Algunas rebeliones de los pobladores fueron salvajemente repelidas por las fuerzas de la corona española, como las del líder quechua Tomás Katari en Bolivia vilmente asesinado por luchar en contra de la corrupción del sistema de gobierno imperante.
En ese mundo de luchas que en su aparente inmutabilidad se desmoronaba velozmente vivió Andrés Bello, sin duda, uno de los americanos más descollantes del siglo XIX, dueño de una aguda capacidad cognitiva. Fue versado en la literatura, el derecho, la poesía, la filosofía, la medicina, lingüística y el periodismo. Paralelamente a su faceta humanista y al que podemos catalogar sin duda alguna como divulgador científico.
 Su educación en la ciudad de Caracas, Venezuela estuvo aceptable, sus padres se preocuparon en darle la más adecuada para su formación, pero gran parte de su educación fue autodidacta. Se graduó de bachiller en Arte el 14 de junio de 1800, en ese año antes de graduarse recibe en Caracas a los exploradores Alexander von Humboldt y a su compañero, Aimé Bonpland, a los que acompañó a una excursión al cerro el Ávila. Posiblemente este encuentro sembró el interés de Bello en la astronomía; dada la condición de Humboldt como astrónomo. Posteriormente sus años en Inglaterra le permiten tener el conocimiento sobre el campo astronómico actualizado al hacer contacto con astrónomos europeos y sus trabajos de investigación.
Este erudito  cultivó la ciencia desde el punto de vista literario / divulgativo; a través de sus numerosas publicaciones él logró convertirse en el más importante divulgador científico para su época, que para la América hispana del siglo XIX representó un valor incalculable.
 Bello, quien soñaba con una América libre, progresista, culturalmente formada en todas sus facetas, mantuvo un vivo interés en  documentarse sobre las distintas corrientes de  investigación en los campos de la ciencia y en los nuevos descubrimientos de su época a nivel mundial.
Para Bello su proyecto científico formaba parte imprescindible en la formación de las nuevas naciones americanas, en el marco de planes que significó la emancipación latinoamericana.
En 1810 viaja a Londres, donde vivió por casi 20 años antes de residenciarse definitivamente en Chile. Fue el fundador de varios órganos divulgativos en su estadía en Londres. Estos medios impresos fueron “Biblioteca Americana” (Londres 1823), “Repertorio Americano” (Londres 1826-1827) en esta última aparece en la edición de  1826 un relato sobre un telescopio construido en Inglaterra por un Sr. llamado Mr. Tully, con la capacidad de aumentar el tamaño de un objeto entre 200 y 780 veces, artefacto que impresionó a Bello de tal manera que lo describió como el “Telescopio acromático más grande y perfecto del mundo”. En Londres se preocupó de actualizarse sobre los últimos adelantos de tecnología y la ciencia que se hacían en Europa. En sus escritos tocaba tópicos tan disímiles como economía, viajes, uso del barómetro, el cultivo del algodón, la cura de las paperas, entre otros.
Andrés Bello se destacó por sus conocimientos avanzados en el campo de la astronomía. En 1848 publicó en Chile  su libro “Cosmografía o descripción del Universo conforme a los últimos descubrimientos”. Esta obra formada por 15 capítulos presenta la forma, dimensiones y movimientos de la Tierra, el Sol, la Luna y las estrellas, la gravitación universal, los cometas, aerolitos y los calendarios. Presentó los cálculos para las fechas de Pascua.
Bello se valió de literatura astronómica vanguardista como fue lo publicado por inglés John Herschel, hijo del descubridor de Urano, del francés François Arago y las revistas Foreign Quarterly Review y el muy acreditado Nautical Almanac publicación que perdura hasta nuestros días.  Él planteaba que para conocer la distancia entre nuestro planeta y las estrellas se calculaba el tiempo que la luz tarda en recorrer esa distancia. Para su época se establecía que la luz viajaba a 70.000 leguas por segundo. Por ello las estrellas menos brillantes o menor magnitud tardarían por lo menos mil años en ser percibida por el ser humano, por ello cuando se reciba la luz de la estrella se estaría “leyendo una historia de mil años de fecha”.
Para la época en que vivió Andrés Bello, nuestro Sistema Solar estaba conformado por los planetas Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno y Urano conocidos como planetas zodiacales por moverse dentro de la zona del zodíaco y los ultrazodiacales, Vesta, Juno, Ceres y Palas que orbitan entre Marte y Júpiter, posteriormente se reclasificaron como asteroides y forman aproximadamente unos 2000 cuerpos.
En su estancia en Chile, Andrés Bello logra desarrollar toda su capacidad creativa y divulgativa, convirtiéndose en una luz de conocimientos logrando ser bien absorbido por la sociedad chilena, adaptándose e integrándose a ella, hasta el punto de recibir su nacionalidad. Sus escritos en Chile los hace a través de la revista nacional “El Araucano” en donde el tema de los cometas demuestran su interés por estos gélidos cuerpos celestes. El cometa Halley de 1835 es objeto de un artículo en donde explica que son los cometas y reseña las observaciones de este famoso cometa durante siglos, da las predicciones de su aparición en el cielo chileno para finales de ese mismo año y su posición entre las constelaciones.  Como dato curioso, el escritor norteamericano Mark Twain nació en 1835 año de la aparición del cometa Halley descrito por Bello y murió a su regreso en 1910.   
Este glorioso erudito le dio un impulso a la astronomía en Chile, promovió acuerdos con universidades de otros países en el campo de los estudios astronómicos y consiguió para la universidad el Observatorio Astronómico Nacional fundado en el año 1852.
Desde su posición como rector de la universidad apoyó la “Expedición astronómica norteamericana a Chile”,  cuya misión era medir la distancia entre el Sol y la Tierra, se aprovechó la oposición de Marte y se observó a Venus, muy cerca de la fase estacionaria que podría dar mediciones más exactas sobre la paralaje solar. Esta paralaje se obtuvo con la medición de los ángulos tomados al Sol desde dos puntos separados en latitud. Paralaje solar es el ángulo bajo el que se ve el radio ecuatorial de la Tierra desde el centro del Sol. Vale 8,794148".
Realmente la obra magistral de Don Andrés Bello ha trascendido fronteras, tanto científicas y  humanísticas como de espacio – tiempo,  creó los simientes de la astronomía moderna en el país que fue su segundo hogar Chile. Legado que ha prevalecido hasta nuestros días.


  Créditos:
ANDRÉS BELLO Y LA COSMOGRAFIA
Yajaira Freites
Homenaje a Don Andrés Bello
BELLO Y LA ASTRONOMÍA
Adelina Gutiérrez A – Academia de Ciencias
Andrés Bello y la Cosmografía: la literatura científica desde la perspectiva de la historia cultural de la ciencia
Por: P. Leyton Alvarado
Wikipedia.


 Por: Marcos T Hostos ACA








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