jueves, 26 de enero de 2017

¿ESTAMOS SEGUROS DE NO SUFRIR UN IMPACTO DE METEORO?

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¿ESTAMOS SEGUROS DE NO SUFRIR UN IMPACTO DE METEORO?
Por: Marcos Tulio Hostos
En la mañana del 15 de febrero de 2013 a las 9 y 20 am, los habitantes de la ciudad rusa de Cheliábinsk ya habían comenzado a dedicarse a sus tareas habituales. En el duro invierno ruso esa mañana sus habitantes vieron que el cielo se iluminó de una manera inusual, una luz cegadora inundó las calles y edificios de Cheliábinsk. Esa luz emanaba de un enorme bólido que cruzó el cielo dejando un rastro blanco marcó su trayectoria.
Sin aviso alguno, se escuchó en toda la ciudad un estruendo muy fuerte, la onda expansiva rompió la barrera del sonido y fue capaz de destrozar  miles de ventanas, dañó puertas y algunos techos livianos. Las personas heridas a causa de los vidrios rotos y otros objetos se contabilizaron por miles (no hubo víctimas fatales que lamentar).
El lugar del impacto se localizó a 80 Km de la ciudad, en el lago congelado de Chebarkul, se estima que los trozos que sobrevivieron a las altas temperaturas de la entrada a la atmósfera, tenían una masa entre 400 Kg y 6000 Kg creando una abertura en el hielo del lago.
Gracias a la afición rusa por documentar con videos la ruta de sus vehículos y otros videos de aficionados, se pudo documentar como nunca antes un evento como este. Estos videos ayudaron a recomponer la trayectoria del objeto y su altura en el momento de la explosión.
Los datos que arrojó esta investigación sobre el meteorito de Cheliábinsk establecieron que era un objeto de unos 17 metros de diámetro que explotó a una altura de 20.000 metros de altura con una fuerza expansiva de 500 kilotones equivalente a 30 bombas nucleares igual a la lanzada en Hiroshima. Su órbita llegaba a los confines del Sol a una distancia similar a la órbita de Venus y retornaba al cinturón de asteroides. ¿Por qué esa enorme explosión no causó mayores daños? La razón es la altura, mientras que la bomba de Hiroshima explotó a solo 600 metros, la roca celeste lo hizo a 20.000 metros de altura.
Ese mismo día, (sin sospechar lo que pasaría en Rusia) en otras latitudes muchos investigadores se preparaban para detectar el paso del asteroide 367943 Duende o también conocido como 2012 DA14 de unos 45 metros de diámetro y una masa de 130.000 toneladas. Este asteroide fue descubierto por el equipo del Observatorio Astronómico de Mallorca el 22 de febrero del 2012 y los cálculos de su órbita establecieron que para el 15 de febrero del 2013 este asteroide pasó a una distancia mínima de nuestro planeta de 27.700 Km, todo un record para estos objetos. Como referencia, los satélites geoestacionarios están a una distancia de 36.000 Km.
Este evento ha encendido las alarmas en una parte de la población mundial. Muchas personas se preocupan por la real posibilidad de ser impactados por estos asteroides, además se ha evidenciado la poca capacidad de detección de estos objetos por parte de los organismos que los estudian, sobre todo los pequeños, estos están formados por materiales poco reflexivos a la luz solar lo que los hace muy difíciles de detectar por los astrónomos. Otro factor que dificulta su descubrimiento es la dirección en la que viajan, si vienen desde la posición del Sol, la luz solar los hace prácticamente invisibles en áreas cercanas a nuestro planeta para los telescopios.
Actualmente, tenemos formas de ubicar los asteroides de mayor tamaño (mayores a 50 metros) mediante rastreo desde la Tierra y desde el espacio con satélites. Lo que nos ha permitido descubrir asteroides o cometas con órbitas potencialmente peligrosas para nosotros. Estos cuerpos rocosos podrían impactarnos en el futuro dentro de decenas o cientos de años.
Pero realmente ¿no tenemos ningún programa que nos advierta con tiempo de una sorpresa nada agradable venida del cielo?  Bueno, varias agencias espaciales se han tomado el asunto con la seriedad que amerita el caso. Los rusos, por medio de su Academia de Ciencias de la Federación Rusa (RAN), han desarrollado el proyecto SODA, capaz de ubicar asteroides con un diámetro superior a los 10 metros, que permitirá una anticipación de por lo menos 4 horas. Permitiendo a los gobiernos, servicios de emergencia y rescate tomar las previsiones o evacuar una población de un área de impacto.
Para esto habría que colocar a la sonda SODA en el punto de Lagrange L1, entre la Tierra y el Sol a 1,5 millones de kilómetros. Esta posición le permitirá detectar asteroides que estén sumergidos en la luz solar.
Su equipo está formado por tres telescopios de 30 centímetros de diámetro cada uno, en realidad es una sonda pequeña con una carga útil de 50 kilos y una plataforma de 100 kilos lo que facilitará su lanzamiento y ayudará a ser aprobado el proyecto por su relativo bajo costo. Se espera que este proyecto se materialice en este año 2017.
La NASA, también a presentado su propuesta a la comunidad científica para la detección de asteroides cercanos a la Tierra llamada NEOcam, más ambicioso que SODA. Su misión consiste en evaluar el riesgo actual del impacto de objetos cercanos a la Tierra. (NEO), Estudiar el origen y destino final de los asteroides en nuestro sistema solar. Encontrar los objetos NEO más apropiados para futuras exploraciones por robots y humanos.
De igual manera, NASA ha seleccionado una nueva misión, realmente es un concepto innovador y de bajo costo, un explorador de asteroides llamado NEA Scout. Diseñado para explorar un asteroide con un CubeSat, su propulsión será una vela solar, esto será ventajoso para navegar con facilidad y acercarse al objetivo, Impulsado por la vela solar observará un pequeño asteroide tomando imágenes, observando su morfología y determinando su posición en el espacio, su composición.
Las observaciones de NEA Scout ayudarán directamente a retirar las incógnitas relacionadas con la exploración humana de asteroides y cuerpos pequeños. Los datos recopilados mejorarán la comprensión actual de los entornos de los asteroides y proporcionarán información clave para futuras exploraciones de asteroides por humanos.
Los datos recopilados por NEAScout  contribuirán con la exploración humana de asteroides, núcleos cometarios y planetas enanos. Nos dará una visión más amplia de los asteroides y cuerpos menores que deambulan por el sistema solar. Estudiar los asteroides y otros cuerpos menores de nuestro sistema solar reviste de una gran importancia para nuestra civilización. Estos estudios nos permitirán comprender la formación de nuestro sistema solar y en un futuro cercano los asteroides se convertirán en fuente de recursos, por los elementos valiosos que los componen lo que se espera que su explotación mejore el nivel de vida de los pobladores de nuestro planeta.
Actualmente NASA tiene registrado unos 800 asteroides potencialmente peligrosos, dentro de este grupo tenemos el asteroide Apofis, es de gran tamaño (entre 250 y 400 metros de diámetro), y su órbita se acerca mucho a la Tierra.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha proclamado fijar la feche del 30 de junio a partir del 2017, como el “Día Internacional del Asteroide”. Esto busca rememorar la fecha en que nos impactó el meteoro más grande en nuestra historia, el meteoro de Tunguska, este objeto estalló en la atmósfera en 1908 y produjo una poderosa explosión que devastó enormes áreas boscosas de Siberia en Rusia. La poca densidad poblacional de esta zona para la época, favoreció que no se produjeran victimas.
La ONU, conmemorando esta fecha también persigue concientizar a la población mundial sobre el escenario real de peligro que representan los impactos de asteroides para nuestra civilización e incentivar el trabajo investigativo y preventivo sobre estos objetos celestes.

Créditos:
Eureka
NASA
El Sol de Puebla
Wikipedia