sábado, 6 de enero de 2018

LA ESTRELLA DE BELÉN la estrella mensajera



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LA ESTRELLA DE BELÉN
 la estrella mensajera

Por: Marcos Tulio Hostos

La estrella de Belén, el enigmático objeto celeste que guio a los Tres Reyes Magos en su travesía para encontrar el lugar de nacimiento del Mesías ha cautivado durante siglos a escritores, filósofos, teólogos, astrónomos y a las personas en general. Según relata la tradición cristiana, ellos la observaron hacia el oeste de la bóveda celeste y supieron que su viaje había concluido al notar que se detuvo en el lugar en donde había nacido Jesucristo. Esto por supuesto dentro de la física es muy improbable, que un objeto celeste se pose encima de algo tan pequeño como un pesebre, o incluso un poblado, pero bueno eso es otra historia.
Esto lógicamente ha traído controversias entre estudiosos de la biblia, historiadores, cristianos y científicos, especialmente dentro del campo astronómico sin lugar a dudas.
Y también ha planteado muchas interrogantes.
¿En qué lugar del cielo apareció? ¿Cuán brillante era? ¿Qué forma tenía? ¿Qué color tenía? Estas y otras preguntas se han hecho todos los que han intentado estudiar el fenómeno celeste, que de por si es uno de los más importantes fenómenos celestes de la humanidad.
Desde la antigüedad muchos astrónomos han intentado descubrir cual fue ese extraño objeto protagonista de tan relevante evento que ha inspirado espiritualmente a un buen número de habitantes de nuestro planeta durante más de dos mil años.
Desde hace siglos podemos encontrar a astrónomos como Johannes Kepler reconocido astrónomo alemán, quién en el año de 1614 estableció que unas 105 conjunciones entre los planetas Júpiter y Saturno se dieron en el año 7 A.C. por lo que llegó a la conclusión de que posiblemente alguno de estos eventos pudo ser la famosa estrella de  Belén.
Cálculos efectuados más recientemente con mayor exactitud han demostrado que el acercamiento o conjunción entre ambos planetas para ese período de tiempo no fue realmente significativo como lo previó Kepler y para apoyar esto tenemos el caso de un antiguo calendario grabado en una tablilla de arcilla de Babilonia, en donde se evidencia que los astrólogos de la época le restaron importancia al hecho.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLQaMHgJjG_aps_XvT-zvgFtWpNNjy8S0t9vpwoudQVk4m9sBOM9R5qg0NPWSXNyjf39X9nRgTVb0rw0iRNijSx1mjBZL2KMLTtB4aQH57BrE0Qx_76lIQ5UMpNNsIFqBv3H2zugCNdpQ/s1600/ESTRELLA+BELEN1.jpgPero ¿y si en vez de una conjunción planetaria fue en realidad un cometa errante que quizás nos visitaba por primera vez? Esta tesis ha sido defendida por muchos estudiosos del caso y en verdad si nos ponemos a estudiar el tema vamos a encontrar que muchas de las representaciones del arte antiguo personifican a la estrella de Belén con cola, como un cometa. Esto pone difícil la cuestión, ya que si no es un cometa periódico cuya trayectoria ya ha sido establecida en las cartas astronómicas y por el contrario es un cometa de órbita hiperbólica, que apareció una sola vez en condiciones excepcionales para ser observado con mucho brillo desde la Tierra. Este inusual visitante sin poseerse un registro de su órbita imposibilitaría probar su existencia en el momento.
Pero muchos alegan que la aparición de un cometa en el cielo nocturno difícilmente se puede confundir con el brillo de una estrella, los cometas eran objetos celestes conocidos desde tiempos remotos por la Humanidad y es poco probable que se hayan confundido. Otro argumento válido es que desde la antigüedad los cometas eran reconocidos como portadores de desgracias y malos acontecimientos para los habitantes de las tierras en donde eran observados su aparición era motivo de preocupación por la supuesta mala fortuna que ellos acarreaban.
Por el contrario la estrella de Belén era portadora de buenos augurios, fe, alegría y esperanza para muchos. Hay personas que afirman que el famoso cometa Halley pudo ser la estrella de Belén, ya que el famoso pintor Giotto en 1304 lo inmortalizó en su obra “La adoración de los Reyes Magos” cosa que por la precisión de su órbita ya conocida, lo convierte en un candidato poco probable.
También podemos pensar que de la misma forma en que puede aparecer un cometa nunca antes visto en el cielo, también puede pasar con una estrella jamás vista antes que aparece repentinamente en la bóveda celesta. Lo que sería una Nova o Supernova. Y son estrellas cuya normal existencia se ve transfigurada por una explosión de tal magnitud que su brillo llega a varios miles de veces su brillo original, ellas explotan al formar sus capas exteriores grandes acumulaciones de helio mediante reacciones nucleares y se expande a grandes velocidades. Su brillo logra ser igual o mayor que el brillo de toda una galaxia. Ya ha pasado antes, ocurrió en noviembre de 1572 y pudo ser observada por muchas personas en la constelación de Casiopea, la explosión de una masiva estrella cuyo nombre es la Supernova de Tycho, cuyos registros de observación de esta espectacular estrella le valieron su nombre. Su observación duró 18 meses.
La teoría de una nova o supernova como la protagonista de la historia de la estrella de  Belén carece de un soporte vital, lamentablemente no existen o no se han encontrado aún registros en la antigüedad de la aparición de estos eventos en las fechas cercanas al nacimiento de Jesús, lo que la debilita pero no la descarta de lleno.
En la era actual muchos de los astrónomos contemporáneos se han dedicado a tratar de establecer una teoría coherente que explique y confirme que la estrella de Belén fue realmente un hecho histórico. Como el profesor  Grant Mathews, quien enseña astrofísica en el Departamento de Física de la Universidad de Notre Dames´s College of Science. Mathews ha estudiado por más de una década el enigma que envuelve este fenómeno astronómico que realmente marca el inicio de nuestra era.
Él afirma que lo que apareció en el cielo en esa época no fue realmente una estrella, fue una extraña alineación planetaria que según sus cálculos se repetirá dentro de 500.000 años.
Basado a documentos astronómicos y bíblicos estudiados por Mathews, llegó a la conclusión de que el evento astronómico protagonizado por los Reyes Magos (posiblemente sacerdotes del Zoroastrismo proveniente de la antigua Babilonia y Mesopotamia) fue realmente una alineación planetaria muy poco común que se conjugó en el año 6 A.C. La fecha del nacimiento de Cristo se calcula en el año 6 al 7 A.C.
En el momento de la alineación el Sol, Júpiter, la Luna y Saturno estaban todos en Aries, mientras que Venus estaba en Piscis, por otra parte Mercurio y Marte se encontraban en Tauro. Para esa época Aries marcaba el punto del equinoccio vernal.
La fenomenal alineación planetaria en el cielo, fue acompañada por una interpretación astrológica que nos da la pista del ¿Por qué los Reyes Magos tenían la certeza del nacimiento de una persona importante?
Según la interpretación de los astrólogos de la antigua Babilonia y Mesopotamia, el hecho de la aparición de Júpiter y la Luna significaban el nacimiento de un gobernante con un futuro excepcional. Saturno era un símbolo de la entrega de la vida, de igual forma la presencia de Aries en el equinoccio vernal marcando el comienzo de la primavera, la vida, el renacimiento, el verdor. Que la alineación ocurrió en Aries, señala Mathews, significaba un gobernante recién nacido en Judea.
Los Reyes Magos estudiosos de la bóveda celeste habían reconocido e interpretado las señales que significaban un nacimiento real en Judea. Ellos partieron en búsqueda de ese ser, recién nacido cuya vida estaba destinada a ser especial y extraordinaria, que daría luz y esperanza a millones de seres humanos marcando en la historia de la Humanidad un “antes” y un “después”.
Según los cálculos pasarán unos 16.000 años para darse otra alineación similar, pero el equinoccio vernal no estará en Aries. Solo dentro de 500.000 años las condiciones astronómicas se alinearan para producir otra Estrella de Belén.

Créditos:
Wikipedia
ABC.ES