domingo, 22 de abril de 2018

LOS RAYOS CÓSMICOS VIAJEROS INTERESTELARES


 Por: Marcos Tulio Hostos
Resultado de imagen para rayos cósmicosEn el Universo existen unas partículas viajeras muy energizadas aptas de cruzar la distancia entre lejanas galaxias a velocidades cercanas a la luz; estas partículas subatómicas son capaces de llegar a las zonas más frías de las nubes de polvo y gases que integran las nebulosas, formadas por hidrógeno molecular y partículas de polvo en el espacio absoluto.   Los rayos cósmicos activan las moléculas y la superficie helada de los granos de polvo para convertirlas en moléculas orgánicas que son los ladrillos para la construcción de la vida. Es por ello que los rayos cósmicos o radiación cósmica seguramente estén relacionada con la formación de la vida en el cosmos. Los rayos cómicos son capaces de alterar las células en los organismos creando mutaciones que han llevando a las especies terrestres a una mayor complejidad.
Los rayos cósmicos son considerados las partículas más energizadas de la naturaleza y ellas  bombardean desde galaxias, estrellas, sistemas planetarios hasta nuestros propios organismos desde cualquier punto del espacio. El 90% están formados por núcleos de hidrógeno (protones sueltos) que se desplazan por el Universo a velocidades cercanas a la de la luz expulsadas por novas, súper novas. El resto son núcleos de elementos pesados como el helio. Realmente los físicos no han descubierto con plena certeza cuál es el origen de los rayos cósmicos.
Resultado de imagen para la capa atmosféricaExiste actualmente una línea de pensamiento en donde se relaciona las estrellas cercanas con el clima terrestre, siendo el Sol la estrella predominante en influir en nuestra atmósfera. Nuestra delgada capa atmosférica, solo sostenida por la gravedad, es imprescindible para la vida en nuestro mundo. La historia de nuestro planeta nos muestra que todas las grandes extinciones de la vida en el pasado tienen como denominador común la contaminación de la atmósfera, lo que ha contribuido a la extinción de la vida en diferentes períodos. Desde hace años los científicos han notado la relación entre la actividad solar y la atmósfera terrestre, pero lo que actualmente se ha convertido en una línea de pensamiento es que las estrellas cercanas son responsables de procesos importantes de nuestra atmósfera.
Nuestra atmósfera está compuesta por varios gases; cuando los rayos cósmicos atraviesan la atmósfera dejan un rastro de ionización y estos iones facilitan la formación de las gotas de agua. Con su ayuda se estabilizan pequeñas partículas y así los rayos cósmicos tienen un efecto en la formación de estos “núcleos” que después crecen y de esta forma crear gotas de lluvia.
Realmente los rayos cósmicos son muy importantes para la formación de las nubes y la vida en nuestro planeta, lo que podríamos extrapolar la idea de que esto probablemente sucede en otros planetas (que posean atmósferas densas) en el Universo ya que las nubes tienen una importancia en la aparición de la vida.
Esto prueba que la vida puede ser una constante en el Cosmos.
 Se acuñó la autoría al término rayos cósmicos a Robert Andrews Millikan  al comprobar sus  propias mediciones y concluir que efectivamente los rayos cósmicos tenían su origen en las profundidades del espacio exterior, más allá de nuestro sistema solar.
Su descubrimiento ha pasado a la historia como uno de los eventos más trascendentales de la Física y la Astronomía e involucrando a la Biología. Se remonta al año 1911 cuando se comprobó que la conductividad eléctrica de la atmósfera de nuestro planeta se debe a la ionización producto de la radiación de alta energía.
Desde el descubrimiento de la radioactividad por Henri Becquerel en 1896, la comunidad científica aceptaba  que la electricidad atmosférica terrestre tenía su origen únicamente en la radiación generada por elementos radiactivos en el suelo y por los gases radiactivos o isótopos de radón que ellos producen. Lo que nunca sospecharon esos científicos en esa época, era que la causa provenía de mucho más lejos.
Gracias a Víctor Franz Hess, físico austriaco, quién comprobó que la ionización de la atmósfera terrestre aumenta en proporción a la altitud (arriesgó su vida al montarse a un globo aerostático hasta una altura de 5000 metros para hacer sus mediciones). Lo que lo llevó a deducir que la radiación en la atmósfera seguramente provenía del espacio exterior. Este descubrimiento demostró que las partículas de esta radiación proveniente del espacio están eléctricamente cargadas y son desviadas por el campo magnético terrestre.
Las mediciones efectuadas entre 1900 y 1910 demostraron que la taza de ionización había un descenso con respecto a la altura o nivel de altitud. Esto se podía explicar por la absorción de la radiación ionizada por el aire.
En 1910 (antes de los experimentos de Hess)  Ernest Rutherford y su equipo, basados en mediciones tomadas en la base y la cúspide de la torre Eiffel concluyeron no obstante que la ionización observada por el espectroscopio era producida por la radiación terrestre.
Resultado de imagen para rayos cósmicosPero estos misteriosos viajeros que se desplazan entre las  galaxias y se sumergen entre las estrellas, nebulosas, planetas y demás cuerpos que forman las galaxias; se convirtieron en un verdadero reto para la ciencia. Comprender la naturaleza y descubrir el origen de estas partículas se convirtió en un atractivo indiscutible. Una gran cantidad de científicos se avocaron al estudio de la radiación cósmica. Los primeros estudios revelaron el alto poder de penetración que llevó a muchos a pensar que eran rayos gamma, pero resultaron ser mucho más penetrantes que los terrestres.
Uno de los experimentos del investigador ruso (1929) Skobeltzyn; quién utilizó una cámara de niebla en donde podía captar los trazos de las partículas energizadas, comprobó la presencia de partículas de alta energía y las identificó como electrones desprendidos de la materia por los rayos gamma cósmicos.
Pero la investigación sobre los rayos cósmicos no se limitaba a una sola persona o laboratorio. Para ese mismo año (1929) dos brillantes hombres de ciencia Bothe y Kolhoerster efectuaron un experimento que ha pasado a formar parte de los relatos de la historia de la ciencia; usando un contador Geiger inventado en 1928 en la Universidad de Kiel que detecta electrónicamente la trayectoria independiente de partículas cargadas a las que habían intercalado una gruesa lámina de plomo con la capacidad de frenar los electrones de alta energía.
Ellos emplearon (por primera vez) en este experimento el método de coincidencias lo que los llevó a descubrir que la radiación cósmica producía paralelamente señales en ambos detectores. Con esto se descartó la hipótesis de que eran dos electrones desprendidos de la materia por un mismo rayo gamma por ser un proceso altamente impracticable.
Con esto se demostró que las partículas que Skobeltzyn identificó como electrones producto de la radiación penetrante eran realmente la verdadera radiación penetrante de origen cósmico. Lo que demostró que eran partículas de diferente naturaleza a todas las acreditadas hasta entonces por la física.
Los experimentos exitosos con la cámara de niebla continuaron brindando nuevos descubrimientos que abrieron una brecha en el estudio de las partículas. Se captó la existencia  de otro tipo de partículas de muy alta energía en la radiación cósmica, entre ellas tenemos el positrón (el electrón positivo predicho por Dirac)
Los rayos cósmicos se pueden clasificar
Los de baja energía. Que provienen del Sol y son influenciados por los campos magnéticos de la Tierra en donde son redirigidos hacia los polos, formando las espléndidas auroras boreales.
Los de media energía que proviene de las explosiones de novas y súper novas. Se calcula que en promedio cada 50 años explota una nova o supernova en nuestra Galaxia.
Y los de alta energía que proviene de los núcleos de galaxias activas y pueden atravesar el campo magnético de la Tierra sin sufrir ninguna perturbación en su trayectoria
Descubrir el origen de los rayos cósmicos (sobre todo los de alta energía) nos permitirá entender cuáles son las fuentes  de las partículas más energéticas del Universo y algo no menos importante, que la vida en nuestro planeta no es una singularidad. Existe enlaces cósmico entre la vida y las lejanas estrellas La Vida es una constante en el Universo.


CRÉDITOS:
Wikipedia
José Manuel Nieves ABC España
F. Arqueros


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