jueves, 16 de enero de 2020

LAS ESTRELLAS





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 LAS ESTRELLAS



Por Marcos Tulio Hostos
Las estrellas. El triángulo formado por las tres luminosas estrellas azules ya estaba alto sobre el horizonte irregular, formado por colinas y dunas; la oscuridad avanza ahuyentando a la luz. Parado en la arena observaba un poco distante, como los hombres murmuraban, gritaban y reían mientras alzaban las tiendas para armar el campamento. Una a una las diferentes fogatas comenzaban a iluminar la entrada de las tiendas de los viajeros. Al poco tiempo el campamento estaba cubierto por un infinito cielo oscuro con miles de estrellas resplandecientes. 
De pronto un fulgor apareció en el medio del campamento, habían encendido el fuego central para cocinar los alimentos y quizás para ahuyentar los malos espíritus, o más probablemente a los seres nocturnos que merodean estos desiertos.
Mi carpa fue armada con cierta rapidez por uno de los soguillas de la caravana, quien diligentemente me ayudó a encender el fuego. Mientras cocinaba mis alimentos levanté la mirada hacia el infinito cielo nocturno, lo que vi me paralizó por unos instantes, era sobrecogedor, sentí la inmensidad e infinitud de ese cielo que sobre pasaba mi entendimiento, fulgurantes estrellas de diferentes brillos y colores se agolpaban prendidas de esa tela negra de fondo.
Después de mi cena frugal  me senté en una pequeña banqueta de viajero a disfrutar un oscuro y humeante café para tolerar el frío del desierto; hace varios días que me había unido a esta caravana árabe para viajar por el desierto. Arriba, llegando al cenit estaban las tres brillantes estrellas azules. Triángulo estelar conocido desde tiempos remotos como el Triángulo sagrado de Isis, este triángulo sagrado ha permitido desde tiempos muy remotos el cálculo para la construcción de edificios, templos y pirámides y su conocimiento fue dado por los seres de las estrellas a los primeros humanos según cuentan antiguas crónicas cuya veracidad no he podido confirmar. El triángulo de estrellas azules se podía observar en casi todos los cielos del planeta, durante todo el año según algunos viajeros experimentados.
Resultado de imagen para paisaje del desierto nocturnasObservando con humildad aquella inmensidad cósmica, mis pensamientos se fueron profundizando en algo que venía cavilando desde hace tiempo. El espacio y el tiempo, las incógnitas que representan (aunque no para muchos de los seres habituales), un gran secreto, ¿efectivamente la realidad es como la percibimos con nuestra mente? O es una ilusión igual a la que nos mantuvo durante miles de años, conceptuando que todo giraba a nuestro alrededor al creer que nuestro planeta estaba inamovible en el espacio ¿Influimos con nuestra percepción la realidad del Universo? ¿Existe el pasado, presente y futuro? Es posible que el tiempo esté formado por infinitos mundos en donde cada evento se produce en forma simultánea para todos pero en tiempos diferentes.
 ¿Existe solo un presente? Un presente para cada uno de los múltiples mundos en donde en forma paralela puedo estar viviendo mi primer día de clases en el templo, el nacimiento de mi primer hijo, o estaré saboreando alguno de los ricos pasteles de miel y frutas que me hacía mi madre Khissa en mi niñez o quizás este ocurriendo la muerte de mi padre Shakir el constructor o sencillamente el ocaso de mi existencia en este instante.
Pero cada universo tiene la capacidad de generar realidades con diferentes matices, cambios sutiles o grandes diferencias en donde en algunos universos tengo un número menor de hermanos, mis amigos algunos son diferentes como las personas que conozco durante mi vida y por lo tanto el desarrollo de mi vida tiene prácticamente infinitos caminos y posibilidades por recorrer.
Caminos que te pueden llevar a una vida larga y satisfactoria o por el contrario a una vida amarga, llena de sufrimientos y frustraciones. Es posible que en algunos de esos universos mi existencia sea breve y pierda la vida por las diferentes circunstancias o malas decisiones que tome en un determinado momento.
Pero al mismo tiempo, habrá universos en donde las condiciones de la  vida no lograron darse, probablemente los mundos necesarios para la formación de la vida no consiguieron existir, por resultante, estemos frente a un universo completamente estéril o caótico. Con estos y muchos más pensamientos me acomodé en mi alfombra y el silencio del campamento conjuró mi sueño.  
Una bola incandescente, tibia emergió en el horizonte en orientación este, borró las estrellas con sus rayos de luz al poner a la vista, las últimas estrellas titilaron por el oeste y una fría brisa revoloteando agitó la tela de mi carpa lo que me obligó a envolver mi cuerpo un poco más en mi manta en busca de calor.
Después de permanecer un tiempo inmóvil en mi lecho, me levanté y pude observar un cielo de un azul intenso con bajas nubes de tonos naranja y amarillentos entre el cielo y el horizonte. Horizonte considerable que se extendía como un mar de arena con sus olas y crestas estáticas fruto del viento que corría entre las dunas.
Resultado de imagen para paisaje del desierto nocturnasYa los caravaneros comenzaban a agilizar la tarea de desmantelar el campamento para empezar nuestra jornada en la ruta que nos llevaría a nuestro destino. Observo que viene en un ligero trote el joven que me había ayudado con mi campamento y sin siquiera saludar comenzó a sacar mis cosas para después desmontar la carpa. Ubiqué todos mis pertrechos en mi camello que se mostró comprensivo conmigo y dócilmente permitió que lo montara.
Esperé montado en mi camello la señal de partida, una bandera amarilla y verde era agitada para indicar la salida y encabezaba la caravana durante la travesía. Partimos lentamente y cada una de las bestias comenzó a alinearse hasta formar una sola fila que serpenteaba sobre las dunas. Algunos jinetes armados a caballo protegían los flancos de la caravana y recorrían el perímetro oteando de vez en cuando el horizonte.
El movimiento cadencioso de la bestia, el calor proveniente del sol que ya había cruzado su punto más alto y la monotonía del paisaje me llevaron a hacer una retrospectiva de mi existencia. Desde temprana edad mis padres se sacrificaron para darme una buena educación, ellos eran personas sencillas que no poseían grandes riquezas pero el trabajo de constructor de mi padre nos permitía una vida relativamente holgada. Mi madre Khissa me inculcó la curiosidad por esos puntos luminosos llamados estrellas, gracias a ella, aprendí el nombre de las estrellas más brillantes e identificar en el cielo líneas imaginarias entre las estrellas para formar figuras durante las noches sin luna.
También me enseñó a medir el tiempo por las posiciones de la Luna y calcular los plenilunios. Mi madre a su vez había aprendido a comprender el cielo de su abuelo Badru cuyo nombre significa "nacido durante la luna llena" quien aprendió en tierras lejanas esas artes durante sus viajes. Por esto fui estudioso desde muy joven del desplazamiento de los astros en la bóveda celeste, de sus figuras en el cielo y su interpretación e influencia en el futuro de los seres humanos. Cosa que ponía en duda y realmente no sabía si los astros influían en las personas o las personas influían en los astros. Aunque sorpresivamente cuando hacia predicciones del futuro de algunas personas para ganar mi sustento, logré un alto porcentaje de acertamientos, lo que me provocó cierta fama como intérprete de las posiciones de los astros.
También durante mis tiempos de estudiante me embargaba serias dudas sobre la existencia de los dioses en general. Los sacerdotes son los realmente beneficiados de la existencia de los dioses, los dioses les daban poder y eso pasa en todas las naciones que he visitado durante mis numerosos viajes.
 Otros eventos celestes que me atraían era  la aparición sin previo aviso de estrellas con largas cabelleras que alarmaban a muchos, desde reyes hasta el más humilde de los esclavos. Estos estudios me llevaron a sentir una sed, una verdadera sed de comprensión de los misterios de los cielos; mientras más aprendía, o más descubría, más quería beber de la copa del conocimiento y por lo tanto esa búsqueda me obligaba a hacer largos y penosos viajes a muchos países exóticos.
Durante mis travesías había conversado con muchas personas en templos, universidades, tabernas y otros sitios banales como un establo. Algunas de esas personas eran valiosas por su conocimiento y sabiduría, otras relativamente dotadas de algunos conceptos encantadores, pero otros unos verdaderos charlatanes que sólo explotaban la ignorancia de las personas con erudiciones oscuras basados en supersticiones, escarbando miedos ancestrales en sus frágiles mentes. Esta divulgación de la ignorancia siempre ha sido utilizada por estas personas para su propio beneficio.
Las supersticiones e ideas salidas del oscurantismo son extremadamente peligrosas para las personas de una comunidad, una región o un país. La ignorancia hace que los pueblos sean temerosos, débiles, fáciles de manipular, lo que los lleva a ser esclavos de sus gobernantes. Pero esto ha sido de esa forma desde tiempos remotos.
El conocimiento hace libre a los individuos.

  • Resultado de imagen para paisaje del desierto nocturnasDe pronto mi mente hizo un inciso y recordé la viva emoción que experimenté en un momento de mi juventud, cuando en la Casa de la Vida de Kom Ombo, mi maestro Anhurmose, el sacerdote más longevo del templo, una mañana fresca de verano con solo una vara y una superficie lisa de arena, trazó los círculos por donde se movían los planetas, teniendo al sol como centro. Ese día pude comprender y descubrir un  secreto más del universo. Me explicó con palabras sencillas como cada uno de los planetas e incluso las estrellas giraban en plena armonía alrededor de otro centro mayor

Maravillado le tanteé a mi maestro, si nuestro mundo gira alrededor del sol, no expondríamos eternamente una cara al sol y otra a la oscuridad ¿cómo se forma el día y la noche? Anhurmose me observó con una mirada de simpatía y me dijo. De igual forma que giramos alrededor del Sol, también giramos sobre nosotros mismos, tomó dos esferas y me mostró como nuestro mundo giraba alrededor del sol y al mismo tiempo sobre si mismo. En el Universo el movimiento es constante y es una ley que todos los cuerpos están en movimientoAseguró el maestro.

Él fue el primero de varios maestros que me enseñaron en la ciencia de las estrellas, progresivamente fui estudiando y profundizando con otros maestros a medida que progresaba, pero el maestro Anhurmose realmente dejó una huella en mi vida por su paciencia y comprensión.

“Deja que la luz de las estrellas te guíen en la oscuridad” maestro Anhurmose

Un día, mi maestro en vista de mi interés en la astronomía me mostró unos libros antiguos que estaban en un nicho oculto en la biblioteca del templo. Y aprendí en ellos a calcular las posiciones de los planetas con respecto a las constelaciones y logré predecir su primera salida en el horizonte durante el año. Aprendí a calcular cuando varios planetas se conjugaban sus posiciones en el cielo. En uno de los libros descubrí conceptos como el espacio y el tiempo en donde pude comprender que el tiempo no es lo que percibimos desde que tenemos uso de razón, ni es lo que rige nuestra vida cotidiana.

Logré entender que el tiempo es algo más abstracto, etéreo y carente de toda rigidez por el contrario es flexible y forma parte de diferentes realidades en el universo. Si, el tiempo que para muchos nos ha arrancado gran parte de nuestra vida, sueños, amores, juventud, amigos, familiares y sobre todo la esperanza. El tiempo nos muestra una cara de inmutabilidad pero es una imagen falsa. Según el tiempo implacable e inmutable que rige nuestras vidas yo he gastado posiblemente la mitad de mi existencia.

En un instante mi mente se enfocó en mi realidad cuando un jinete rompió la caravana justamente frente a mi camello al pasar velozmente de un lugar a otro. Observo a mi derecha que varios jinetes cabalgando veloces con evidente agitación, hablaban y gesticulaban entre ellos con sus largas lanzas alzadas; lo que me hizo poner en alerta mis sentidos. Me erguí sobre la montura lo más que pude y observé con detenimiento el desierto a mi derecha pero no vi nada.

Seguí cabalgando sin romper la formación, delante de mi  estaba un camello con una pesada carga y era guiado a pie por un hombre con una vara, cubierto con un ropaje naranja que le cubría hasta su cabeza;  el hombre también percibía el ambiente tenso que emanaba del desierto pero mantuvo el paso. posiblemente por la pesada carga de su camello. Yo mantuve el mismo paso pero alerta a lo que pudiera ocurrir.

No sé cuánto tiempo transcurrió desde el cruce con el jinete galopando, yo me mantuve todo el tiempo observando los movimientos de los jinetes a la distancia. Un grupo de jinetes salió galopando hacia noreste, yo los seguí con la vista hasta que solo divisaba la nube de polvo formadas por sus caballos.

Otros jinetes venían cabalgando en un paso ligero desde la avanzada de la caravana, ellos nos pidieron que aligeráramos el paso para tratar de llegar al oasis antes del anochecer. El  beduino delante de mí incitó a su pesado camello con gritos, él haciendo sonar su vara consiguió que su bestia apresurara el paso lo que fue un alivio para mí. Nos informaron que la causa de esta agitación fue el contacto con algunos hombres de bandas de nómadas con los exploradores de la caravana. Después de subir y bajar un número indeterminado de dunas pude ver para mi alegría un punto prominente en el desierto, con palmeras y plantas de un verdor refrescante a la vista. El oasis.

Me bajé algo adolorido por la travesía y empecé a armar mi campamento sin armar mi carpa, en caso de huida sería más fácil y ligera la carrera. Buscando que comer entre mis provisiones pude ver que los últimos caravaneros escoltados por los lanceros llegaban retrasados, aproximadamente oscureciendo. Se armó el campamento en forma de defensa, creando un estrecho círculo protector que facilitara la defensa en caso de un ataque nocturno. El jefe de la caravana no paró un segundo de dar órdenes a los jinetes y demás porteadores. Todos obedecían sin objetar. Entre los viajeros el miedo a flor de piel se propagaba rápidamente en cada uno de nosotros como el fuego en una pradera seca por el verano.

Se permitió encender pocas fogatas para no dar a conocer la posición de nuestro campamento y el comentario que era voz pópulos fue que una numerosa tribu de nómadas saqueadores del desierto; habían sido contactados por los exploradores de nuestra caravana y por eso habían ordenado apresurar el paso para llegar al refugio del oasis lo antes posible.

Yo realmente estaba un poco aprensivo sobre nuestra situación y no lograba imaginar cómo podríamos salir victoriosos de un ataque masivo a nuestro campamento. Empecé a arrepentirme de haberme incorporado a esta caravana, malos pensamientos surgían en mi mente mientras deambulaba en forma errática entre las carpas para luego dirigirme al centro del campamento en donde noté como la mayoría de los viajeros se congregaban.

Percibí mucha agitación en los gestos y en los comentarios en diferentes lenguas de los viajeros nativos de diferentes reinos. El jefe de la caravana un árabe con una expresión severa de nombre Abasi de Mauritania, se incorporó de su asiento   y caminó hacia el centro del campamento. El jefe Abasi era un hombre de piel oscura, con un rostro habituado al clima del desierto, era alto y fornido, un turbante oscuro cubría su cabeza, vestía ropa de los habitantes del desierto. Una cimitarra completaba su vestuario. El jefe Abasi trataba de calmar a los presentes sobre sus miedos, no sé si infundados o no pero para mí el miedo era real. Yo me acerqué a escucharlo y con voz pausada pero fuerte y firme dijo mirando a varios de los presentes Tranquilos, estamos seguros en este oasis. Posiblemente los exploradores de la tribu no lograron advertir nuestra caravana y seguro esos bandoleros actualmente estén durmiendo muy   lejos de aquí. Abasi agregó Tenemos una guardia nocturna cuidando el campamento y estos oasis son patrullados por las tropas del faraón habitualmente. Duerman y descansen que la jornada es larga y fatigosa.

Resultado de imagen para jinetes beduinos con lanzasLentamente el tiempo pasó, la noche avanzó y las estrellas recorrieron la bóveda por sus caminos de millones de años. Busqué un lugar cerca de unas palmeras, amarré mi bestia, extendí mi manta bajo un cielo limpio y me acosté. Fijé mi vista a la bóveda celeste y miré hacia el este; el rojizo Marte estaba presente en la constelación de Virgo, cerca de la estrella Kang. Saturno en la misma región del cielo brillaba entre Libra y Escorpio, cerca de la estrella Acrab. Cuando contemplaba esta parte del cielo vi una estrella cayendo velozmente, apareció en la cercanía de la constelación del Cuervo y desapareció hacia la estrella Spica en Virgo. La estrella caída dejó una larga estela de un color verde radiante. Ya tarde me dormí pensando en las palabras del jefe de la caravana que me dieron confianza al creer en sus palabras; posiblemente yo era el único en el campamento que le creyó.

Llegó una visita. En la madrugada, a la hora más oscura de la noche me despertó algunas voces.  Me levanté y de inmediato busqué el origen de las voces, algunos hombres corrieron hacia un lugar de las afueras del campamento, yo comencé a seguirlos con un paso ligero y vi que de una alta duna bajaban lentamente dos luces fantasmagóricas, dos antorchas.  Eran la avanzada de una caravana cuyas figuras se desdibujaban en la oscuridad. Varios viajeros nos unimos a los guardias que alertas esperaban a los visitantes nocturnos.

Dos porteadores con antorchas entraron al oasis sin decir palabras, los guardias inconscientemente les abrieron paso al verlos desarmados, sudorosos y el agotamiento manifestado en sus rostros. A la luz de las antorchas del campamento pudimos observar no una caravana como tal, solo un grupo pequeño de viajeros compuesto por tres camellos, unos doce guerreros de tez oscura que presumí de Nubia con sus lanzas y  escudos. De las tres bestias sobresalía uno por su tamaño, nunca antes había visto un camello blanco tan descomunal, realmente me sorprendió su tamaño y altura. Pensé no era una bestia normal.

El camello blanco entró dando unas largas zancadas guiado por un esclavo. Llevaba una carroza y estaba adornado con telas de diferentes colores, flecos en su cabeza y cuello, asimismo llevaba sonajas en sus patas que hacían su ruido característico al caminar el animal. Sin duda alguien importante ocupaba el interior de la carroza. Sin tomar en cuenta ni dar explicaciones a ninguno de los presentes entró la pequeña caravana.  Al final del grupo un número de esclavos cargados de algunos bultos cerró la retaguardia de aquél grupo. Todos  se dirigieron a un lugar apartado del oasis y comenzaron a preparar su campamento. Yo quedé intrigado por este grupo de viajeros, a muy pocas personas se les ocurriría viajar de noche en el desierto aunque posea una escolta armada. ¿Cuál sería el motivo de hacerlo?

Ya faltaba poco para el amanecer y fui a dormir de nuevo. En un corto tiempo la algarabía del campamento llegó a mis oídos lentamente, esperé unos segundos antes de abrir los ojos. El Sol comenzaba a calentar la arena. Me levanté con pereza por el poco sueño y lo primero que vino a mi mente fue la misteriosa caravana de esta madrugada. Uno de los porteadores de la caravana anunció que el jefe Abasi había decidido tomar un día más de descanso en el oasis para reponer fuerzas para hombres y bestias por igual. Esa decisión me pareció sensata y la celebré. Los viajes por estos lugares son extremadamente agotadores.

Tomé mi desayuno a base de dátiles para después estirar mis piernas recorriendo el campamento; el campamento estaba en un movimiento constante de personas y animales varios de los viajeros llevaban sus caballos y camellos a tomar agua al pozo mientras otros hacían diferentes labores para prepararse para la jornada siguiente en sus respectivos campamentos. Las fogatas y la mezcla de olores que expedían de la preparación de los diferentes platos de comida, conversaciones, discusiones en sirio, árabe, arameo u otras lenguas que no podía identificar proporcionaban un ambiente extraño para mí.

Poco a poco me fui alejando de esa mescolanza de personas, olores y sonidos y me dirigí a un grupo de altas palmeras que bordeaban el oasis en busca de tranquilidad, caminaba entre las palmeras, estaba solo, disfrutando de las sombras como del placer del silencio a plenitud. Solo una brisa fresca me arropaba. Hasta que sin pretender ni planificar me acerqué al campamento de los recién llegados viajeros nocturnos. Sin detenerme observé que varias esclavas hacían diferentes oficios. Me detuve entre unos troncos de palmera a observar. En un lado de sombra había una carpa grande de una tela de listones verdes en un fondo ocre. Esa carpa debe ser del viajero del camello blanco me dije a mí mismo. Al girar mi cabeza un poco pude observar en la parte delantera de la carpa una figura femenina sentada en un almohadón negro bajo la sombra de un toldo.

Era una mujer delgada y a pesar de estar sentada vi que era una mujer alta, realmente alta. Vestida en telas de seda de colores brillantes; sus brazos desnudos adornados con dorados brazaletes mostraban una piel extremadamente blanca, como el marfil, sus manos de dedos largos y finos mostraban varios anillos con piedras preciosas. Realmente ella tenía una piel muy bella. Su rostro cubierto con un fino velo que solo permitía  sus ojos libres, su cráneo era inusualmente alto. Ambos estaban ocultos por una seda amarilla como el oro y una cinta gruesa color esmeralda sujetaba la seda.

Por un tiempo indefinido permanecí de pie contemplando aquel ser que permanecía impávido, ella sentada en ese sitio, parecía que levitaba en una nube. Me daba la sensación que la dama estaba enclaustrada  en sus pensamientos con su mirada perdida en el infinito. No sé cuánto tiempo la observé. De pronto ella volteó su rostro hacia mí y sentí  su mirada penetrante en mis ojos. Su rostro se perfilaba delgado y el color de su cabello era una incógnita, quedó para mi imaginación. Sus ojos eran grandes y expresivos, hermosos y vivaces de un negro celestial. Ella mantuvo su mirada hacia mí, altiva sin pestañear un instante lo que me puso nervioso.

Inesperadamente sentí que me agarraron fuertemente de los brazos y cuando voltee vi los rostros impávidos de dos guardias nubios que me sujetaban. Yo traté de oponer algo de resistencia pero comprendí que mi esfuerzo era inútil ante estos soldados experimentados.