LA ASTRONOMÍA
de
ANDRÉS BELLO
Por: Marcos T Hostos.
Uno de los aspectos que le debemos agradecer a la tecnología
actual, es que ha facilitado a través de los medios de comunicación la difusión
de información masivamente. Este hecho ha favorecido a los divulgadores
científicos en su labor de hacer a la ciencia accesible y popular. Los
divulgadores científicos no solo se interesan en los descubrimientos del
momento sino que igualmente en las diferentes teorías existentes o
en el aspecto histórico que fundamenta el conocimiento científico.
A mediados del siglo
XX el Universo y la ciencia que lo estudia, la astronomía; lograron cautivar a
un gran número de personas; esta fascinación se dio gracias a una serie de
televisión llamada Cosmos. En ella en cada capítulo se narraba en forma amena y
entendible las maravillas sorprendentes de nuestro Universo. Lo que para muchos
nos llevó a quedar atrapados en esa infinita realidad que simboliza el Universo
en toda su expansión. Estos viajes cósmicos fueron relatados por el inolvidable
científico y divulgador Carl Sagan.
Esta serie cada semana
nos hacia viajar en una nave virtual a partir del mundo de las partículas que
estructura la materia que permite las múltiples formas de la naturaleza. Cosmos
nos hizo descifrable las leyes de Kepler, vislumbrar la compleja Relatividad
que nos sacudió el piso de la realidad de nuestro mundo cotidiano, comprendimos
lo mutable que es el espacio – tiempo, nos cubrió con un manto de humildad al
mostrarnos los gigantes cuerpos celestes que integran el Cosmos. Actualmente la
serie Cosmos fue mejorada en su formato y lanzada nuevamente por el popular
astrónomo Neil deGrasse Tyson.
En la actualidad tenemos una gran cantidad de buenos
divulgadores científicos que han logrando que se popularice la ciencia entre el
ciudadano común, al despojarla del hermetismo excluyente que la envolvió por
siglos.
Pero en el lejano siglo XIX en la América colonial del sur,
vivió un hombre dedicado al conocimiento universal, con su mente puesta en los
avances culturales y científicos de su tiempo, atrapado en un mundo que luchaba
por romper cadenas coloniales arraigadas
desde hacía siglos por un imperio; que les impedían avanzar y progresar como
sociedades libres.
Este hombre se llamó Andrés Bello, nacido en la Caracas
colonial un 29 de noviembre de 1781, precisamente el año en que William Herschel,
un astrónomo alemán da a conocer al mundo su descubrimiento. Un nuevo planeta
al que llamó Urano, ampliando las fronteras de nuestro vecindario solar.
1781 fue un año convulsionado por conflictos en varios
lugares de nuestro planeta. En el continente americano la guerra de
independencia de los Estados Unidos se libraba sin cuartel por las trece
colonias en contra del imperio británico; en este mismo año, ideas de libertad
se propagaban acicateadas por la opresión y la injusticia en una América
dominada por el imperio español. Algunas
rebeliones de los pobladores fueron salvajemente repelidas por las fuerzas de
la corona española, como las del líder quechua Tomás Katari en Bolivia vilmente
asesinado por luchar en contra de la corrupción del sistema de gobierno
imperante.
En ese mundo de luchas que en su aparente inmutabilidad se
desmoronaba velozmente vivió Andrés Bello, sin duda, uno de los americanos más
descollantes del siglo XIX, dueño de una aguda capacidad cognitiva. Fue versado
en la literatura, el derecho, la poesía, la filosofía, la medicina, lingüística
y el periodismo. Paralelamente a su faceta humanista y al que podemos catalogar
sin duda alguna como divulgador científico.
Su educación en la
ciudad de Caracas, Venezuela estuvo aceptable, sus padres se preocuparon en
darle la más adecuada para su formación, pero gran parte de su educación fue
autodidacta. Se graduó de bachiller en Arte el 14 de junio de 1800, en ese año
antes de graduarse recibe en Caracas a los exploradores Alexander von Humboldt
y a su compañero, Aimé Bonpland, a los que acompañó a una excursión al cerro el
Ávila. Posiblemente este encuentro sembró el interés de Bello en la astronomía;
dada la condición de Humboldt como astrónomo. Posteriormente sus años en
Inglaterra le permiten tener el conocimiento sobre el campo astronómico
actualizado al hacer contacto con astrónomos europeos y sus trabajos de
investigación.
Este erudito cultivó
la ciencia desde el punto de vista literario / divulgativo; a través de sus
numerosas publicaciones él logró convertirse en el más importante divulgador
científico para su época, que para la América hispana del siglo XIX representó
un valor incalculable.
Bello, quien soñaba
con una América libre, progresista, culturalmente formada en todas sus facetas,
mantuvo un vivo interés en documentarse
sobre las distintas corrientes de investigación
en los campos de la ciencia y en los nuevos descubrimientos de su época a nivel
mundial.
Para Bello su proyecto científico formaba parte
imprescindible en la formación de las nuevas naciones americanas, en el marco
de planes que significó la emancipación latinoamericana.
En 1810 viaja a Londres, donde vivió por casi 20 años antes
de residenciarse definitivamente en Chile. Fue el fundador de varios órganos
divulgativos en su estadía en Londres. Estos medios impresos fueron “Biblioteca
Americana” (Londres 1823), “Repertorio Americano” (Londres 1826-1827) en esta
última aparece en la edición de 1826 un
relato sobre un telescopio construido en Inglaterra por un Sr. llamado Mr.
Tully, con la capacidad de aumentar el tamaño de un objeto entre 200 y 780
veces, artefacto que impresionó a Bello de tal manera que lo describió como el
“Telescopio acromático más grande y perfecto del mundo”. En Londres se preocupó
de actualizarse sobre los últimos adelantos de tecnología y la ciencia que se
hacían en Europa. En sus escritos tocaba tópicos tan disímiles como economía,
viajes, uso del barómetro, el cultivo del algodón, la cura de las paperas,
entre otros.
Andrés Bello se destacó por sus conocimientos avanzados en el
campo de la astronomía. En 1848 publicó en Chile su libro “Cosmografía
o descripción del Universo conforme a los últimos descubrimientos”. Esta
obra formada por 15 capítulos presenta la forma, dimensiones y movimientos de
la Tierra, el Sol, la Luna y las estrellas, la gravitación universal, los
cometas, aerolitos y los calendarios. Presentó los cálculos para las fechas de
Pascua.
Bello se valió de literatura astronómica vanguardista como
fue lo publicado por inglés John Herschel, hijo del descubridor de Urano, del
francés François Arago y las revistas Foreign Quarterly Review y el muy
acreditado Nautical Almanac publicación que perdura hasta nuestros días. Él planteaba que para conocer la distancia
entre nuestro planeta y las estrellas se calculaba el tiempo que la luz tarda
en recorrer esa distancia. Para su época se establecía que la luz viajaba a
70.000 leguas por segundo. Por ello las estrellas menos brillantes o menor
magnitud tardarían por lo menos mil años en ser percibida por el ser humano,
por ello cuando se reciba la luz de la estrella se estaría “leyendo una
historia de mil años de fecha”.
Para la época en que vivió Andrés Bello, nuestro Sistema
Solar estaba conformado por los planetas Mercurio, Venus, Tierra, Marte,
Júpiter, Saturno y Urano conocidos como planetas zodiacales por moverse dentro
de la zona del zodíaco y los ultrazodiacales, Vesta, Juno, Ceres y Palas que orbitan
entre Marte y Júpiter, posteriormente se reclasificaron como asteroides y
forman aproximadamente unos 2000 cuerpos.
En su estancia en Chile, Andrés Bello logra desarrollar toda
su capacidad creativa y divulgativa, convirtiéndose en una luz de conocimientos
logrando ser bien absorbido por la sociedad chilena, adaptándose e integrándose
a ella, hasta el punto de recibir su nacionalidad. Sus escritos en Chile los hace
a través de la revista nacional “El Araucano” en donde el tema de los cometas
demuestran su interés por estos gélidos cuerpos celestes. El cometa Halley de
1835 es objeto de un artículo en donde explica que son los cometas y reseña las
observaciones de este famoso cometa durante siglos, da las predicciones de su
aparición en el cielo chileno para finales de ese mismo año y su posición entre
las constelaciones. Como dato curioso,
el escritor norteamericano Mark Twain nació en 1835 año de la aparición del
cometa Halley descrito por Bello y murió a su regreso en 1910.
Este glorioso erudito le dio un impulso a la astronomía en
Chile, promovió acuerdos con universidades de otros países en el campo de los
estudios astronómicos y consiguió para la universidad el Observatorio
Astronómico Nacional fundado en el año 1852.
Desde su posición como rector de la universidad apoyó la “Expedición astronómica norteamericana a
Chile”, cuya misión era medir la
distancia entre el Sol y la Tierra, se aprovechó la oposición de Marte y se
observó a Venus, muy cerca de la fase estacionaria que podría dar mediciones
más exactas sobre la paralaje solar. Esta paralaje se obtuvo con la medición de
los ángulos tomados al Sol desde dos puntos separados en latitud. Paralaje solar es el ángulo bajo el que se
ve el radio ecuatorial de la Tierra desde el centro del Sol. Vale
8,794148".
Realmente la obra magistral de Don Andrés Bello ha trascendido
fronteras, tanto científicas y humanísticas
como de espacio – tiempo, creó los
simientes de la astronomía moderna en el país que fue su segundo hogar Chile.
Legado que ha prevalecido hasta nuestros días.
Créditos:
ANDRÉS BELLO Y LA COSMOGRAFIA
Yajaira Freites
Homenaje a Don Andrés Bello
BELLO Y LA ASTRONOMÍA
Adelina Gutiérrez A – Academia de Ciencias
Andrés Bello y la Cosmografía: la literatura científica desde
la perspectiva de la historia cultural de la ciencia
Por: P. Leyton Alvarado
Wikipedia.
Por: Marcos T Hostos ACA
excelente articulo
ResponderEliminarGracias
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